El Estado de Chile, sin duda, tiene una gran deuda histórica
con los indígenas del territorio nacional y, probablemente, aún mayor con el
pueblo Selknam, extintos de forma trágica de Tierra del Fuego.
Los Onas constituían un pueblo de cazadores recolectores
pedestres de características físicas similares a los tehuelches. Vivían en
pequeños grupos, formados por unas pocas familias, las que en conjunto sumaban
más de veinticinco o treinta personas.
La variedad de alimentos con los que contaban, tales como guanacos, aves, huevos, vegetales y productos marinos, los llevó a dividirse en grupos de parientes que tenían su propio territorio, generándose disputas cuando los terrenos eran invadidos por personas ajenas al linaje.
El concepto de territorialidad de los Onas era extraordinariamente fuerte. Los individuos de un territorio o haruwen podían disponer libremente y de un modo racional de los recursos que existían en su interior, sin provocar su sobreexplotación y deterioro.
Los Onas estaban constituidos por dos grupos: los Selknam que habitaban el sector norte y central de la isla de Tierra del Fuego y los Haush, localizados en el extremo sureste.
Estilo de vida
La estructura social de los Selknam se basó en el patriarcado, organizándose en núcleos familiares y siendo mayoritariamente monógamos (sin obviar el hecho de que un hombre sí podía tener dos mujeres). Los hombres eran de elevada estatura y bastante robustos, mientras que las mujeres eran más bajas. Todos tenían que depilarse y mantener vello sólo en la cabellera.
Además, se pintaban los cuerpos para protegerse de las distintas condiciones climáticas, pero también para demostrar el estado de ánimo en que se encontraban. Destacó como vestimenta característica una larga capa de piel de guanaco, que colgaba desde sus cuellos hasta las rodillas.
De forma muy creativa, las mujeres Selknam adornaban sus cuellos con collares de conchas y de huesos de ave. Ellas también utilizaban una especie de delantal que les cubría desde las rodillas hasta la zona por debajo de los senos.
Prácticamente toda su vestimenta era confeccionada en piel de guanaco. De hecho, así lo hicieron con los zapatos, los cuales cosían con los pelos hacia afuera.
Espiritualidad
El pueblo Selknam creía en chamanes y sabios, quienes ejercieron una especie de liderazgo religioso jerárquico: los adultos tenían autoridad sobre los más jóvenes. En el caso de los primeros, éstos llegaban a convertirse en chamanes siempre y cuando fueran aprendices de otro grupo de ellos. Y cuando se transformaban en uno, recibían un poder conocido como wáiuwin, el que utilizaban en tiempos de caza y también de guerra.
Este pueblo, creía en un espíritu superior, anterior al tiempo y que denominaban como el “ser que está allá arriba”, su nombre era Timáukel.
El genocidio Selknam
Más allá de una historia y tradiciones que parecen típicas, este pueblo padeció de una de las peores extinciones masivas. El genocidio Selknam se dio cuando a Tierra del Fuego comenzaron a llegar los colonizadores europeos y chilenos.
Estos nunca aceptaron la soberanía de los Onas, quienes intentaron resistirse a la invasión destruyendo las alambradas que los forasteros instalaron para dividir el territorio. No tuvieron éxito en su cometido, configurándose la desaparición de su raza.
Los extranjeros llegaron a ofrecer una libra esterlina por cada nativo asesinado. Para probar que se había matado a uno, debían llevar una oreja o mano como prueba. Los pocos sobrevivientes fueron deportados a Isla Dawson o Río Grande, donde misiones salesianas se hicieron cargo de ellos.
Para 1966 quedaban aún 13 indígenas de origen sélknam, la
mayoría de ellos mestizos, en el sector argentino de la isla. En mayo de 1974,
moriría en la ciudad de Río Grande, Angela Loij, la última india Selknam pura,
quien antes de morir trabajó intensamente con la antropóloga francesa Anne
Chapman en la reconstitución de la historia y cultura de su pueblo en un
trabajo de gran valor antropológico e histórico.